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lunes, 29 de octubre de 2012

Colombia y España: breve guía de perspectivas inmediatas.



Alejandro Barón Goiriena de Gandaras
Abogado y Economista

Reminiscencias aparte, España es un actor de importancia decreciente en la realidad social, económica y política del subcontinente Latinoamericano, a empezar por Colombia. Esta es una situación bidireccional: aunque es cierto que Colombia -como muchos otros países- intenta diversificar sus fuentes de inversión y apoyo diplomático en múltiples direcciones, no parece que el momento de relativa estabilidad económica y política que vive el país se haya traducido en los últimos años en un incremento de la presencia diplomática o económica española, al menos de manera visible. Sin embargo, parece que esto puede estar cambiando.
Latinoamérica ha sido un actor prioritario para España tanto en la confección de la actividad diplomática como en términos de inversión en el extranjero al albur del boom de crecimiento de las últimas décadas. Con todo, diríase que en el período 2001-2010, a pesar de su potencial y capacidad de desarrollo, Colombia ha quedado relegada a un segundo plano de importancia en comparación con otros países de la región como Brasil, México, Argentina o Chile para una multiplicidad de actores en España[1]. En mi opinión, la situación debería de cambiar paulatinamente, aupando a Colombia como socio destacado para España en la escena Latinoamericana. Y en lo económico, ya hay visos de que esto se esté produciendo: en las perspectivas de inversión para 2012 elaboradas por el IE Business School, Colombia es, junto con Brasil, el único país del subcontinente que sigue repitiendo la tendencia alcista del año anterior respecto de la recepción de inversión española, confirmándose como valor seguro y atractivo para recibir inversiones entre otros países más expuesto a la crisis[2].
En el terreno político –porque no todo lo que brilla es oro-, conviene preguntarse sobre las intenciones del gobierno de Mariano Rajoy para con Colombia. A diferencia de la contrapartida económica, donde parece que se le está dando la vuelta a la tortilla, en las relaciones bilaterales no parece ocurrir lo mismo. Sorprende que a fecha de hoy el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, se haya reunido con responsables de casi todos los países Latinoamericanos (entre ellos todos los vecinos territoriales de Colombia) menos con los altos responsables de exteriores de Colombia, aunque sí ha manifestado mediante comunicado oficial su apoyo a unas posibles conversaciones de paz entre guerrilla y gobierno. Por otra parte, la visita protocolaria del Presidente del Gobierno Mariano Rajoy el pasado abril a tierras colombianas plasmó la cortesía existente entre administraciones sin ahondar en materia concreta, que si fue manida en la reunión mantenida entre el Vicepresidente colombiano Angelino Garzón y la cúpula del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación (MAEC) de España el pasado marzo en Madrid. En ella, Colombia se aseguró recibir algún tipo de financiación para proyectos relativos a la cooperación y desarrollo, aunque los recortes en la correspondiente partida presupuestaria para los Presupuestos Generales del Estado español de 2013 van a mermar la cuantía de la ayuda.
Además, el Gobierno de España se equivocaría asumiendo una línea excesivamente descompensada en pro de la diplomacia comercial, puesto que si alguien tiene que apostar por la promoción y cumplimiento a rajatabla de estándares en materia de Derechos Humanos en América Latina, esa es España. En la dirección contraria, el proceso de paz puede inspirar una retórica de superación del odio y impartición de justicia que de producirse, bien podría servir como luz de guía para tratar dos problemas de imprescriptible actualidad en España, como son la solución al terrorismo de ETA y la impartición de justicia por los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y la dictadura del General Franco.






[1] Así se desprende del artículo elaborado para el Anuario Iberoamericano de 2011 por el profesor Alfonso Arahuete, el cual señala que Colombia ha sido el séptimo receptor de inversión española en la región para el período 2001-2010. Extraído de Arahuete, A: “Las inversiones directas españolas en América Latina en el período 2001-2010”, Agencia EFE & Real Instituto Elcano, 2011, Madrid. 
[2] Extraído del informe 2012 realizado por el IE Business School, “2012: Panorama de Inversión Española en Latinoaméricahttp://www.infolatam.com/wp-content/uploads/2012/02/Informe-ie-2012.pdf

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