Escrito por Omar Ferreira
Frente a los últimos inconvenientes insinuados
en los medios respecto de la implementación del Proyecto de Tranvía de la
Carrera Séptima, por demás inexistentes, es válido indicar que dichas
declaraciones son erróneas.
Se dice que el Sistema Integrado de Transporte
Público – SITP se vería afectado y que la Iniciativa Privada modificaría el
contrato de obra para la adecuación de la Carrera Séptima al Sistema Transmilenio.
No obstante, el marco jurídico parece hallarle la razón al señor Alcalde, quien
respecto de éste asunto tiene la razón.
Los contratos de SITP previeron la entrada
de otros modos, como el férreo, y por lo tanto los contratistas asumen tales
consecuencias. No podría ser de otro modo. La ciudad no puede pensar que su
progreso esta endosado a los propietarios de los buses y que estos deben ser
indemnizados con ocasión de la eventual afectación que ocasione la construcción
del Tranvía en la emblemática Carrera Séptima.
De otro lado, el contrato de adecuación de
la Carrera Séptima está en cabeza de un socio de la Iniciativa Privada, que no
solicitó recursos públicos, lo que permite una solución rápida a los inconvenientes
de movilidad de dicho corredor. Lo que sugiere entonces el sentido común es dar
solución a dicho contrato y permitir que los titulares de la Iniciativa Privada
construyan la vía de conformidad con las necesidades de la ciudad, y en tal
sentido, que la Administración Distrital omita el desembolso de recursos
públicos tan importantes para labores sociales.
La Carrera Séptima merece un cambio estético
extremo y los bogotanos o quienes habitan la ciudad, están de acuerdo.
La Séptima entonces debería ser un corredor
verde por el que transite un Tranvía de las mismas calidades que los que
transitan por las principales capitales del mundo. Una solución con buses
contribuiría a aumentar su fealdad e impediría innovación acorde con los
modelos de la modernidad. Bogotá merece entonces una oportunidad estética.
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